Me meti a un negocio a comprar algunas cosas para llevar a mi casa, mientras conversaba con la chica que atiende, note a mi lado un niño de unos 8 años mirando fijamente a la vendedora.
Esta es la conversacion que se da entre ellos:
N : Niño.
V : Vendedora.
N : Cuanto cuesta esa paleta de chocolate con dibujo de mickey?
V : Cien pesos.
N : Aaaa, no me alcanza, solo tengo $80.
V : Esta de Barbie princesa cuenta $80, es de chocolate tambien y te alcanza.
N : (Mirando el horizonte infinito con la boca retorcida pensando en si comprarla o no)
V : (Lo observa pacientemente a ver que diablos decide.)
N : (No pasa nada, sigue pensando, su machismo infantil lo retiene)
Pasa un rato y me viene una sensacion extraña, entre pena y risa al ver la cara del pobre enano, sin poder decidir si comprar la paleta de princesa, abrirla rapido, botar el papel a la basura y saborar feliz su chocolate. La otra opcion es devolverse a su casa con las manos vacias pero no pasar verguenza si alguien lo pilla con una golosina de niña.
Al final me gano la risa y le di los $20 que le faltaban, compro su paleta y se fue a paso lento dandole mordidas a su pequeño chocolate lleno de machismo.
Si hubiese sido mi hijo lo convenzo de que es el mismo chocolate con diferente envoltura y que da lo mismo si alguien mas lo ve, le enseñaria una respuesta cuerda para las buerlas de los demas niños y aportaria mi grano de arena en disminuir el machismo cuadrado que se les inculca a los niños desde que nacen. Pero no era mi hijo, yo estaba atrasada y el mocoso tenia una larga fila de señoras inquietas esperando en el almacen, que sea su propia madre la que le enseñe lo que realmente importa en la vida.
Si hubiese sido mi hijo le habria explicado dos cosas.
- No importa lo que digan los demas, ellos no conocen las circunstancias reales que nos llevan a
tomar una decision, y aunque asi fuera no es de su incumbencia.
- Lo importante no es el envoltorio, es lo que va por dentro.